El color que perciben nuestros ojos es aquel que no absorbe la luz, y en función de las diferentes fuentes de luz y de los distintos tonos y colores que emiten, los objetos se ven de
distintas tonalidades e intensidades.
Un objeto no se ve igual cuando hace sol, está nublado o está alumbrado por una luz fluorescente. Todas las luces que actúan sobre un objeto influyen en su apariencia final y por eso
la iluminación es una parte fundamental de la decoración.
Si iluminamos una
habitación de paredes blancas con lámparas incandescentes, se acentuarán los tonos marrones y rojizos y las paredes parecerán tener un color de
tendencia amarillenta que hará que la habitación resulte cálida, pero si la misma habitación la iluminamos con
lámparas fluorescentes, se acentuarán los
tonos verdes y azules y la habitación tendrá un aspecto más frío.
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